Cerebros, cerebros, cerebros, ...

¿Pero sómos los únicos que tenemos cerebro? Claro que no. Todos los animales tienen cerebro. Desde la insignificante hormiga hasta el más ilustre de los humanos. Todos tenemos un cerebro que decide y controla nuestro comportamiento, que nos hace construir nidos, robarle el alimento a otro o pintar la Mona Lisa. Entonces ¿Por qué decimos que los animales no piensan, no sienten, no crean ni tienen personalidad como nosotros? Es un misterio.

No cabe duda de que la especie humana nos destacamos por nuestro gran cerebro, o mejor aún, por su gran capacidad de trabajo. Somos como un ordenador multimedia de última generación. Esto significa que destacamos en todo aquello que depende del cerebro. Tenemos un lenguaje más elaborado, un pensamiento más elaborado, una personalidad más elaborada, etc.

En cambio, un perro es sólo como una pequeña calculadora. Su lenguaje es mucho más elemental que el nuestro, así como su pensamiento y su personalidad. Pero, por el hecho de tener también cerebro, posee emociones, pensamientos, memoria, cultura, etc., al igual que nosotros, aunque de una forma mucho más elemental y, a veces, imperceptible. El hecho de que no podamos comprender su lenguaje no significa que no lo tengan.

Entonces, ¿Por qué las ciencias que estudian el comportamiento de los animales (ecología, etología, zoología, etc.) tienen que basarse en principios distintos a los de las ciencias que estudian el comportamiento de los humanos (psicología, economía, historia, etc.)?

Que duda cabe que la psicología debería ser más compleja y difícil que la ecología  puesto que el cerebro humano está mucho más desarrollado que el de un león. Pero los principios de la psicología no deben ser distintos a los de la ecología, puesto que ambos cerebros (el humano y el del león) están construidos exactamente con los mismos componentes y han surgido evolutivamente de la misma forma.

 

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Última actualización:
22/03/06