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"La desamortización de Mendizábal en la provincia de Zaragoza (1836-1851)".  P. Marteles, 1990. (pmlemr@gmail.com)

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4.3.-  PANORÁMICA GENERAL: LOS PROPIETARIOS 

Ofrecemos a continuación una serie de cuadros en los que progresivamente se va efectuando un mayor desglose. Del resumen general del primero, que da cifras sobre clero regular y clero secular, se pasa a distinguir si son monasterios o conventos, luego se desglosa por órdenes religiosas y finalmente por propietarios individuales.

El CUADRO Nº 12 muestra la escasa diferencia entre frailes y monjas con respecto al número de fincas vendidas, la proporción de lo rematado adquirido por compradores de fuera del partido, el número de fincas de las que conocemos la profesión del comprador y la mejora de cotización en subasta. Y ahí acaban las similitudes porque en los demás extremos las diferencias son significativas y siempre a favor de los frailes que tenían fincas de mayor extensión y media de remate, poseían porcentajes más altos del valor de lo anunciado, lo rematado, la extensión tanto rústica como urbana, etc. Por otro lado, los bienes de monjas fueron los que mostraron una mayor tendencia, en cuanto a número de fincas, a ser adquiridos por compradores de fuera del pueblo y del partido de la finca.

El número de fincas del clero secular ascendió a un 30% del total pero sólo alcanzaron a un 12.6 de los remates y un 18.1% de la extensión rústica total. El tamaño medio de las fincas de esta procedencia fue superior al de las fincas de monjas y su mejora en subasta muy inferior a la del total de la provincia, aunque ya hemos mencionado que en este caso debe tenerse presente la decisiva influencia de las formas de pago.

Con respecto al número de compradores cabe destacar que casi la mitad de los beneficiarios de la desamortización participaron en la compra de bienes del clero secular mientras que casi las 3/4 partes lo hicieron adquiriendo bienes del regular. Las fincas de las monjas que eran similares en número a las de los frailes, fueron a parar, sin embargo, a menor número de compradores (327 frente a los 507 de aquéllos).

El CUADRO Nº 13 permite apreciar las diferencias entre monasterios y conventos de ambos sexos y por grupos de instituciones del clero secular. Las fincas de los monasterios de frailes y de monjas parecen mejores por sus remates y extensiones medias que las de los conventos y también se cotizaron mejor.

En este sentido las diferencias más notables se observan entre las fincas de conventos y monasterios masculinos. La media de extensión de las 260 fincas con superficie conocida de los monasterios se aproxima a las 10 Ha. y constituyen el 34.7% de toda la superficie desamortizada, porcentaje que resulta superior al del total de conventos a pesar de que de éstos se vendieron 1.381 fincas con extensión.

Hemos mencionado en varias ocasiones que resulta en exceso simplista el interpretar la mejora o revalorización obtenida en subasta como un índice de si las fincas se vendieron bien o mal y a partir de cómputos globales hacer generalizaciones sobre si la desamortización fue un buen negocio para el estado o por el contrario, el único y verdadero "negocio" fue para los compradores. La mejora alcanzada dependió sin lugar a dudas de la forma de pago de la finca, pero hemos apuntado igualmente que una mejora elevada podría estar conectada al hecho de que la finca o fincas en cuestión estuvieran peor explotadas. Y ahora es el momento de verlo con un ejemplo concreto.

Si atendemos a las fincas procedentes de los monasterios y conventos y contrastamos los porcentajes de remate y de rentas que lograron dentro del total de lo desamortizado se observa un casi exacto paralelismo excepto en los monasterios masculinos. En este caso frente a una potencial capacidad de generar rentas de un 11.1% vemos que se invierte un 16.4% de los remates y ello queda registrado, lógicamente, en unas mejoras de cotización más elevadas. Como la forma de pago es idéntica a la de las otras tres procedencias del regular esa clave no nos sirve para explicar las diferencias.

Ciertamente se trata de fincas grandes, pero el tamaño sin más tampoco explica nada si no se relaciona con la calidad de la tierra o lo que es lo mismo las posibilidades de mejorar su explotación. Y aquí entramos de nuevo en una disyuntiva que no podemos solucionar con exactitud pero que no por ello deja de resultar sugestiva. Si las fincas estaban arrendadas el precio inicial de subasta no podía ser inferior, cuando menos, al de la capitalización del valor de su arriendo. Si una vez en la subasta estas fincas se comportan "mejor" que las de las otras procedencias ello será debido a que la capitalización refleja con menor exactitud la posibilidad real de explotación de la finca que en los otros casos y que el comprador, sabedor de este hecho, no tiene inconveniente en pujar un poco más alto para hacerse con la finca.

Sin embargo, hemos dicho que estábamos ante una disyuntiva y no necesariamente hay que pensar en una peor explotación de las fincas. Cabe también que bastantes de las grandes fincas de los monasterios fueran administradas directamente por ellos y no cedidas en arrendamiento, tal como ha sido señalado en numerosos estudios. En estas ocasiones el cálculo de la capitalización tenía que ser evaluado por los peritos. Ante esta situación, un índice elevado de mejora en subasta lo que viene a demostrar es que aunque hubiera habido "errores" (tanto los conscientes como los involuntarios por parte del perito) y se hubiera capitalizado y tasado a la baja, el mecanismo de puesta en venta corregía la posible deficiencia inicial.

Sea cual fuere la explicación más correcta para el problema en cuestión, a nivel personal considero que el segundo mecanismo actuó en todo momento a lo largo de la desamortización y que en el caso de las fincas grandes de los conventos que se arrendaran por entero o en grandes lotes es muy posible que la capitalización midiera a la baja sus posibilidades como propiedad generadora de renta a la espera de ser apropiada por el mejor postor fuera cual fuese su cuna.

Dentro del clero secular los bienes de cabildos y mitras (="catedralicios") constituyen por valor en remate el sector más importante del total de lo vendido en la provincia, constituyendo a la vez el sector que recogía casi las 2/3 partes del total de las rentas del clero secular por este origen. En ese grupo se obtuvieron a su vez las mejoras más altas sin que los datos de este cuadro permitan explicar suficientemente el porqué.

De hecho, entre los bienes de los cabildos de Zaragoza figuraban una serie de bienes urbanos de importancia que además de resultar atractivos para muchos compradores se podían pagar a papel, por resultar de mayor cuantía, y ello es un factor a tener en cuenta. Como puede verse, las medias de valores de remate de las fincas de este grupo vienen a ser de un valor cinco veces superior a las de los otros sectores del clero secular. Procedentes de estos sectores se desamortizó en torno a 1.000 fincas (dedicadas sobre todo al sostén de parroquias, curatos y capítulos), pero entre todas ellas no constituyeron más que el 3.4% del total de los remates de la provincia, a pesar de que se les había valorado inicialmente en un 6.2% del total.

Los CUADROS Nº 14, y Nº 16 distribuyen las fincas de la provincia respectivamente por órdenes religiosas masculinas, femeninas y por las distintas acepciones de clero secular que aparecían en los Registros de Ventas.

En estos cuadros, así como en los 4 siguientes se han introducido varias columnas que barajan porcentajes con respecto a los bienes que esas órdenes tenían fuera de las localidades en que estaban ubicados los propietarios (="dueño fuera del pueblo"). No debe confundirse con el concepto que señala si el comprador era de un pueblo distinto al de la finca que suele aparecer en la columna inmediatamente anterior. Si se quiere, este nuevo dato conduce a mostrar la importancia de las distintas órdenes como "propietarios absentistas". Los porcentajes de columna se refieren a los totales de órdenes masculinas, femeninas y de clero secular y los de fila, naturalmente, a los totales de cada orden religiosa y no debe perderse la perspectiva de que pueden referirse a un muy limitado número de fincas.

Al frente de cada cuadro se ha colocado primero los monasterios y después los conventos. Al final, después de las órdenes femeninas aparecen 11 fincas de dos beneficios y 9 de bienes mostrencos que en los registros aparecen como del clero regular pero que resulta imposible asignar a uno u otro sexo.

Por el número de fincas destacan los mercedarios calzados y dominicos entre los varones, seguidos a cierta distancia por agustinos calzados, bernardos y agustinos descalzos. Sin embargo, por valor de los remates los bernardos se sitúan a la cabeza con más de la 1/5 parte del total y con más de la 1/4 parte del total de la extensión rústica enajenada a las órdenes masculinas. Con respecto a lo que poseía cada orden fuera de la localidad cabe señalar que los altos porcentajes de los monasterios masculinos se explican porque en varios casos los propietarios eran de fuera de la provincia (véase cuadro 17) e incluso en el caso concreto de la Cartuja de Aula Dei se ha considerado que estaba ubicada en Zaragoza capital.

Entre las órdenes femeninas las franciscanas y carmelitas descalzas poseían entre ambas las 3/4 partes de las fincas de monjas y algo mas de la 1/2 de los remates. Esta desproporción se refleja en que sus fincas obtuvieron medias de remate más baja y por tamaño figuren entre las más pequeñas.

En cuanto al clero secular (cuadro 16) señalar únicamente que la denominación "cabildo catedral" incluye básicamente las de Tarazona y el Pilar de Zaragoza. En "cabildo Zaragoza" se ha incluido a las que los registros no diferencian como del Pilar o de la Seo, y en "Mitras" se incluyen bienes de otras sedes aparte de la de Zaragoza. A destacar por su alto valor la media de remate de los bienes de las mitras episcopales, aparte de que la mejora de cotización de la mayoría de estos "bienes catedralicios" tiende a semejarse a las de los bienes del clero regular. Solo los bienes de los tres "cabildos" del principio del cuadro constituyen las 3/5 partes del total de lo rematado al clero secular.

El CUADRO Nº 17 agrupa por órdenes religiosas a cada uno de los diferentes monasterios y conventos de varones (pag.1 y 2) y los de monjas (pag.3). Dentro de cada sub-apartado la ordenación es alfabética por poblaciones de ubicación de la sede del convento. En los cuadros de esta serie (números 14 a 19) se muestra el concepto de "mejora" en cotización obtenida por los bienes que los dueños poseían en otras localidades. En algunos casos se observan notables diferencias entre ese índice y el obtenido para el conjunto de los bienes del mismo convento, pero ya hemos indicado que la posible interpretación del fenómeno es ambigua.

El CUADRO Nº 18 es un resumen de la tabla anterior en la que se recoge únicamente los monasterios y conventos de la ciudad de Zaragoza agrupados por órdenes religiosas. El CUADRO Nº 19 presenta los mismos datos pero ordenados en función del total de extensión rústica enajenada a cada convento. A la vista de la casi total y absoluta penuria de estudios de historia agraria del siglo XIX en la provincia de Zaragoza y dado que recientemente se han publicado los trabajos de Peiró (1988) que proporciona datos a partir de los testimonios de enajenación sobre lo desamortizado a los conventos capitalinos en esta época y de Atienza (1988) que lo hace sobre las posesiones de los conventos a partir de unos inventarios de principios del siglo XIX, ambos cuadros se han preparado para facilitar la consulta y contraste con los que ofrecen los autores mencionados.

Comparando el cuadro 18 con los resultados de Peiró (p.216) se observa una notable desproporción entre lo que él llama "mayores propietarios desamortizados" y nuestros datos sobre la propiedad territorial de esos mismos conventos. Sin embargo, si nos atenemos a nuestra columna de lo que poseían en el municipio de Zaragoza, los resultados no son tan dispares. El problema radica en que nosotros calificamos como poseído fuera del pueblo lo que no estaba en el municipio actual de Zaragoza y no consta si los datos de Peiró se refieren al mismo ámbito pues el "término municipal" del que se ocupa el grueso de su trabajo es el de aquella época que englobaba muchos núcleos de población hoy en día perfectamente diferenciados (p.25).

Con respecto a los resultados de Atienza (p.49 y 51) por órdenes religiosas las mayores diferencias se observan en cuanto a la propiedad de algunos monasterios, hecho que probablemente se pueda explicar como resultado de que en el Trienio liberal se desamortizaron buena parte de sus bienes. En otros casos la diferencia estriba en que nosotros hemos distinguido entre calzados y descalzos dentro de lo que la autora considera una misma orden.

El CUADRO Nº 20 presenta, ordenada por pueblos, la lista de todos los propietarios individuales del clero secular de la provincia. Como el interés de estos datos tiene que ver con posibles futuros estudios locales (o simplemente satisfacer la curiosidad de algún posible lector), no nos detendremos en entrar en mayores detalles.

 

 

 

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Última actualización:
18/08/07